Barrakesh es el nuevo Centro Cultural en Retiro en Buenos Aires, con la exposición Habitar la Máquina de la artsita Mariana Villafañe.

Barrakesh abrió las puertas de un nuevo espacio en el barrio de Retiro con la inauguración de la muestra «Habitar la Máquina» de la artista Mariana Villafañe. Ubicada en la calle Ricardo Rojas 446, en un emblemático edificio que funcionaba como convento de seminaristas de la Basílica del Santísimo Sacramento, Barrakesh reafirma su compromiso con la experimentación y difusión del arte contemporáneo.

Un nuevo centro cultural en el corazón de la ciudad

Barrakesh es un espacio cultural autogestionado, fundado en 2023 por Javier Pita, Dafne Cejas, Carlos Carabia y Sara Stewart Brown, cuatro amigos provenientes de distintas disciplinas unidos por su pasión por el arte. Su propuesta se define como una plataforma abierta para acoger a artistas, galerías itinerantes y galerías virtuales con el fin de enriquecer la escena cultural. 

Tras consolidarse en el barrio de Barracas con más de diez exposiciones y como sede de diversas actividades y eventos culturales, la galería inicia una nueva etapa en Retiro. Su nuevo espacio, de valor histórico y 500 m², está diseñado con el objetivo de albergar exhibiciones, intervenciones y proyectos artísticos innovadores.

«Habitar la máquina»: Tecnología al servicio del arte

Mariana Villafañe es una artista multidisciplinaria cuyo trabajo explora la intersección entre tecnología, movimiento y abstracción geométrica. En «Habitar la máquina», la artista transformará la planta baja del nuevo espacio de Barrakesh en un entorno inmersivo, donde sus obras cinéticas, esculturas y patrones geométricos dialogan con la arquitectura histórica del edificio.

En la Sala 1, una monumental instalación cinética con piezas rotatorias y efectos ópticos generará una experiencia inmersiva. Inspirada en el «empequeñecimiento del hombre ante la máquina», la obra dialoga con el espacio y un mural de fondo que fusiona motivos del edificio con su serie «Paisajes Audibles».

Por su parte, la Sala 2 exhibirá una selección de obras previas de la artista en un montaje más tradicional y hegemónico, permitiendo apreciar la evolución de su lenguaje visual y conceptual.

En la Sala 3, una bio instalación inmersiva invita al espectador a experimentar con todos sus sentidos, con un diseño de sonido a cargo de Francisco Rousset Osio.  

 

Mariana Villafañe

HABITAR LA MAQUINA

¿Podrá el arte a través de la tecnología ayudarnos a reflexionar sobre nuestra

posición en esta realidad existencial? Esta pregunta en primera instancia, nos

ubica en el presente, donde a nuestro alrededor vemos convulsión política en todas

partes. Aquí y allá, vemos un mundo que cambia a ritmo acelerado y el factor más

destacable de este cambio, el cual inevitablemente nos envuelve por completo, es la

tecnología. Mariana Villafañe es quien se hace esta pregunta al pensar en sus

obras, ya que sus objetos o máquinas como las suele llamar, son la parte invisible,

lo que está detrás, lo que no vemos. Se torna entonces indispensable su accionar

mecánico para así explorar las posibilidades ópticas de transformación y

distorsión de la percepción en su obra geométrico cinética.

Sus búsquedas artísticas comenzaron con el descubrimiento de un tocadiscos que

perteneció a su padre durante su infancia. Este objeto-máquina, capaz de

transformar en sonido muchas piezas en movimiento será la base para sus

investigaciones a futuro sobre la transformación de la imagen como metáforas del

cambio y la evolución, indagando además sobre la materialización visual del sonido.

Desde 1922, año en que el término cinético apareció por primera vez, la búsqueda de

estos objetos que tienen movimiento o parecen tenerlo no cesó hasta convertirse en

una corriente artística. Mariana recurre a aquellas investigaciones de los maestros

geométricos, las apropia y hace de ellas una relectura desde nuevas obras. Ya sean

fijas, donde el espectador es quien tiene que rodearlas para percibir el movimiento;

las esculturas móviles, obras que producen un movimiento real, y por tanto van

cambiando su estructura constantemente y a cada instante nace una obra distinta;

las instalaciones de sitio específico, la que hoy nos acerca Barrakesh, la cual

podríamos llamarla penetrable, donde las obras se ensamblan con el espacio físico

y el espectador debe recorrerlas, habitarlas y así producir ese efecto de

movimiento.

El arte geométrico que Mariana estudia y aborda, tanto óptico como cinético, nos

habla de una transformación de la realidad constante, de aquello que cambia y de

aquello que permanece, ambas cuestiones sugestionan nuestra mirada y nos involucran

dentro de las obras movidas por máquinas desarrolladas y programadas por ella.

Mariana se pregunta también si en su hacer prima la artista o la inventora, llegando

a la conclusión que hay un poco de ambas cuando crea sus piezas. Para estudiar

determinado tópico, es necesario crear un campo de estudio, darle condiciones

ideales para que eso suceda, incluso en el campo del arte. Para estudiar el

movimiento necesito crear un campo de estudio para el estado de reposo. Inventamos

algo para tratar de comprender otra cosa y al mismo tiempo es imperioso que eso

mismo sea puesto en duda. Villafane se pregunta al estudiar a los maestros

geométricos ¿Cómo atravesaría la tecnología presente las obras de estos maestros?.

Ese el trabajo de inventora, cada una de sus series de obras se basa en la

investigación de libros o textos de filósofos, artistas y pensadores que han tratado

estos temas en el pasado y lo podemos observar en la Serie Móviles Homenaje de cajas

cinéticas de acrílico.

Adolfo Bioy Cáseres en su novela, La invención de Morel, juega con la idea de

realidades proyectadas que engañan al observador, un concepto que resuena con la

manera en que el arte cinético manipula la percepción a través del movimiento o la

ilusión de él. Morel, al igual que Mariana, inventa un dispositivo para perpetuar

las imágenes de la gente que llevó a la isla, una estructura que proyecta un

holograma colectivo, una grabación de las vidas de los visitantes. Algo similar

sucede con la obra de Mariana que juega con la percepción, la realidad y el tiempo.

Al igual que el escenario de La invención de Morel, a la manera de una obra que se

anticipa a uno de los más grandes conflictos de nuestro siglo: el vertiginoso avance

de la tecnología y la compleja posición del hombre junto a ella. Mariana comparte

ese espíritu innovador con sus obras cuando indaga sobre el uso de la tecnología,

lo retoma al igual que Morel en su máquina que buscaba perfeccionar los medios ya

existentes, también investigó lo que estaba hecho hasta entonces, hizo

actualizaciones nuevas, un proceso similar al que Villafane realiza para concebir

sus obras.

Comparten el hecho de crear una máquina que nos requiere todas las vías de

recepción, no basta con la parcialidad sensorial sumida en las contradicciones y

polaridades buscando ni reteniendo imágenes que se forman en los espejos. También

los atraviesan preguntas similares referentes a dejarnos atravesar nosotros

espectadores por el avance de la tecnología.

En un paso más Mariana nos invita a habitar sus máquinas cinéticas, a meternos

dentro de ellas, ver cómo todo cambia y qué permanece en el tiempo, al igual que

Morel nos deja ver otras realidades posibles. Una invitación a entender que nada es

permanente, que no hay una realidad estática, sino que hay miles de ellas, que todo

está en movimiento en nuestras vidas, la vida misma, y esto es lo que atraviesa

completamente la obra de esta artista desde ese primer encuentro con el tocadiscos

de su infancia.

En las máquinas que accionan mecanismos para hacer girar la obra está la magia, en

el campo de lo invisible está la transformación, creer en una realidad solo

alcanzada por mi campo visual, es desestimar todas las otras variables, como el

tiempo encargado de traernos otras realidades, otras obras, nuevas obras. La acción

de lo visible y lo invisible, nada es posible sin el espectador que está invitado

tácitamente a poner en juego las capacidades de espera y anticipación.

Barrakesh inaugura su nuevo espacio con una artista que continúa con las

investigaciones que comenzaron los artistas cinéticos en los 50 ‘s, atravesados por

los inminentes cambios tecnológicos que sucedían alrededor de ellos. Como verán

busca la excelencia artística en cada pieza, es artista, es inventora, y trae a la

contemporaneidad un estilo que lejos de mostrarnos que no perece, lo revive y lo

actualiza. Por último una cita más. Según Huberman, que a su vez citaba a Aby

Warburg decía que la imagen cristaliza y condensa la cultura de ese momento dado de

la historia, Mariana nos lo muestra habitando con sus obras las salas de este nuevo

espacio en Retiro.

Dafne Cejas

Curadora General Espacio Barrakesh

La muestra se puede visitar de lunes a sábado de 10:30 a 17 h hasta el 28 de mayo.

Acerca de la Artista

Mariana Villafañe desarrolla su obra a partir de la tecnología, la investigación matemática y la exploración del movimiento y el sonido. Sus esculturas, instalaciones y piezas cinéticas que son programadas por ella misma, encuentran inspiración en teorías filosóficas y científicas, así como también el estudio de los maestros geométricos, creando un diálogo entre la abstracción geométrica y la percepción sensorial, resignificándolas en el contexto contemporáneo.

web/ http://barrakesh.com/

 Instagram/ @barrakesh.ar

 

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