Chanel presento su nueva colección Crucero 2018/19 con una espectacular instalación, donde reacrearon un Crucero a punto de desembarcar. Más que sólo una tradición, empezar un viaje para la colección Crucero es un momento de mucha anticipación. Es la garantía de un cambio de escenario, de playas, de belleza y descubrimiento de un lugar, una era, y un art de vie. Cuando Gabrielle Chanel presentó una pequeña colección al final de la temporada de otoño de 1919 con la intención de uso para las vacaciones y especialmente en Biarritz, ¿tenía ella idea de que estaba estableciendo un movimiento completamente innovador en el mundo de la moda? ¿Sabía ella que estaba presentando la primera colección Crucero? Vogue Estados Unidos presintió una emoción, revelando en su edición de noviembre de ese año, que los diseños de la costurera, aunque “no difieren particularmente de los que presentó el año pasado”, formaban una colección “difería por completo de ninguna otra presentada en París en la misma temporada”. Era más liviana, mucho más cómoda, los diseños en jersey y los suéteres eran ideales para cruceros, pueblos de spa, playas y destinos llenos de sol como la Rivera Francesa y Venecia con sus playas de Lido. Seis años antes, en Deauville, ella había lanzado looks inspirados por los uniformes de los marineros y los había revestido en jersey de lana y luego en jersey de seda. Eran tan suaves como fluidos, prácticos para llevar en el día a día sin perder el tan establecido allure de CHANEL.
Del look marinero al look de crucero, sólo había un paso. Chanel retó aún más la delgada línea entre estas dos temporadas. Respondiendo a sus propias necesidades, ella agregó conjuntos y vestidos de noche para las vacaciones y los cruceros de lujo. Una originalidad revelada por Harper’s Bazaar en diciembre de 1933 en un artículo sobre la ropa para crucero, y nuevamente revelada por L’Officiel de la Mode en diciembre de 1936, encantadas de descubrir “una muy completa colección en plena temporada” que perfectamente ilustraba el concepto único de la moda de Gabrielle Chanel. Lo que guiaba a Mademoiselle Chanel en su creatividad era nunca ser como alguien más, nadar en contra de la corriente, y crear sus propias aspiraciones y estilos de vida. Como una amante del océano, ella navegó por largos periodos en los yates pertenecientes al Duque de Westminster, el Flying Cloud y el Cutty Shark. En una parada en Monte-Carlo a bordo del Flying Cloud fue que ella descubrió el pueblo de Roquebrune-Cap-Martin y se enamoró de un terreno que en 1929 se convirtió en el hogar de su propiedad La Pausa.
Fue en este mismo yate que conoció al arquitecto Robert Streitz al que le confió todo el diseño de su residencia provincial. Irreverente con su estilo masculino, Gabrielle Chanel fue ocasionalmente vista en estos yates llevando bermudas o pantalones de corte ancho y un gilet que hoy en día se referiría como over sized. Frecuentemente estaba tomando sol con sus ojos protegidos por sus famosos lentes de sol. Esta mujer que gozaba su libertad más que nada, sentía que las mujeres pronto soñarían con una moda para ahora y el futuro, visionaria en cada detalle. El talento de Gabrielle Chanel no tenía que probarse ya. Y tampoco Karl Lagerfeld. En un momento cuando la industria de la moda había casi ignorado las así llamadas colecciones crucero, el diseñador llevó la dirección del barco en otra dirección. Apenas llegó a su posición en 1983, revivió esta colección que conecta dos temporadas y desde entonces ha crecido para convertirse en uno de los momentos más importantes del año.
¿Acaso todo es sobre introducir un par de vestidos de baño y vestidos ligeros entre dos conjuntos? ¡Definitivamente que no! Responder a las necesidades de aquellos que buscan el sol en el invierno no era suficiente: Karl Lagerfeld convirtió la colección Crucero en una línea que anticipa la llegada de días más calientes, un armario completamente renovado que nunca se apega al anterior o el que está por venir. Una colección en su propio derecho, con su propia historia, su propia identidad, su propia inspiración y rápida para nutrir el deseo y alivianar la mirada. Una colección que personaliza viajar en todas sus formas, real o imaginario, temporal o histórico, y que quiere aterrizar en todas las partes del mundo, como una postal increíble: Nueva York, Los Angeles, Miami, Venecia, Saint-Tropez, los Cap d’Antibes, Singapore, Seoul, Cuba e inclusive Versailles en el siglo XVIII y Paris convertido en el epicentro de la antigua Grecia. Para soñar, dejar volar la imaginación en un tweed reinventado, un encaje diáfano, un colorama inyectado de los rayos del sol, mujeres en un pequeño vestido negro… ¿no es esa la esencia de la moda? ¿No por esta razón que, entre todos, CHANEL es como ningún otro y siempre será CHANEL? Ya casi levantamos las anclas, así que les deseamos un bon voyage y un maravilloso Crucero.