Gustavo Santaolalla #DesandandoElCamino

Sin duda es uno de los músicos argentinos más famosos, con una carrera única que abarca diferentes facetas y todas con éxito. Dejó su huella en el rock argentino con Arco Iris, discos solistas y el grupo Bajofondo, que marcaron verdaderos hitos. Produjo a las principales bandas y solistas del rock latino de los años ‘90. En el cambio se siglo se metió de lleno en la música de películas, ganando un Golden Globe y dos premios Oscars. Y hasta hizo música para videojuegos para Playstation como The Last of Us. Ahora lleva dos temporadas tocando en vivo con el proyecto “Raconto”, donde recorre toda su carrera de una manera magistral que ratifica la vigencia de toda su obra.

Nombre?
Gustavo Alfredo Santaolalla. “Alfredo” es el nombre de mi padre. Me encanta, pero no me lo dice nadie. En Estados Unidos, a los gringos les cuesta muchísimo pronunciar mi apellido; el otro día me presentó el presidente de Sony Playstation y dijo cualquier cosa. Yo me lo tomo a la risa, pero me da mucha bronca. Tengo muchas maneras de explicarles cómo decirlo, pero no hay caso.
Dónde naciste y cuándo?
En Buenos Aires, el 21 de agosto de 1951.
Qué ponés como profesión en los papeles de Migraciones cuando viajás?
Es difícil. Pongo “Músico” o “Productor”, pero tal vez tendría que empezar a poner “Artista”… ¿lo tomarán como profesión? ¡Ah!, y como nacionalidad me gusta poner “Americano”, y les digo que en mi país me enseñaron que América es un continente que va de Alaska a Tierra del Fuego. Es una estupidez, pero me encanta hacerlo.
Quién no podría faltar a tu fiesta perfecta?
En mi fiesta perfecta está mi familia. ¡Mi familia no puede faltar!
Hay algún grupo o artista al que te hubiera gustado producirle un disco?
No. Te juro que no. No es algo que se me haya pasado por la cabeza. Generalmente, si hay algo que me gusta mucho, no pienso que me gustaría estar ahí, porque ya me gusta tal como está. Lo que más me interesa al trabajar con un artista es que realmente tenga genuinas ganas de trabajar conmigo. Y no que se acerque porque cree que lo voy a ayudar a ser famoso. Si yo veo ese interés y encima me atrae el artista, ahí están dadas todas las condiciones para trabajar juntos.


Qué artista con el cual trabajaste te sorprendió cómo fue creciendo y evolucionando su carrera?
Una cosa que fue realmente impresionante es lo que pasó con Café Tacvba entre su primer disco y “Re”, que fue el siguiente. ¡Es como si hubiera tres discos en el medio! Y esa capacidad de invención que tienen sigue hasta hoy, con un último álbum sumamente inspirado.
Qué sentiste al ganar dos Oscar seguidos? ¡Es una locura lograr eso!
El primer reconocimiento importante que tuve en la música de cine fue por “Motorcycle diaries”, cuando gané un BAFTA, que es como el Oscar británico. Ni iba a ir, porque había compositores muy grandes nomindos, pero me dijeron que fuera porque sabían que la música había gustado mucho. Al año siguiente, con “Brokeback mountain”, me nominaron para los BAFTA y para todos los premios que te puedas imaginar, al igual que John Williams por “Memories of a geisha”, que ganó casi todos, hasta que llegamos a los Golden Globe, donde gané por la canción que escribí con Bernie Taupin, pero no por el score, donde volví a perder con John Williams. La cuestión es que gané el Oscar y fue impresionante y lo sentí como un premio a toda mi carrera. Al año siguiente, cuando me nominan para el segundo, no lo podía creer, pero cuando lo gané me acuerdo que me levanté y me salió decir “Game over”, porque sentí que ya me había probado todo a mí mismo. Y me hizo pensar que evidentemente estaba haciendo algo que conecta con mucha gente y decidí que obviamente iba a seguir haciendo lo que me llevó hasta ahí. Llegué acá por haber tenido una visión, así que lo siguiente solo puede ser pulir y refinar más esa visión. Y seguir adelante.

Tu sonido de guitarra es muy intimista. Pensás que refleja algo de tu raíz argentina?
¡Claro! Siempre he dicho que en la guitarra de “Brokeback mountain” está Atahualpa Yupanqui, que yo escuchaba de chico. Y en la película está esa cosa de soledad, del espacio y del silencio, que es algo que uso mucho en la música y ahí quedaban perfecto. Fue un campo muy fértil para lo que quería experimentar y probar en música para cine. Funcionó increíble y lo hice antes que se filmara una escena, tras haber leído el guión y tenido una conversación muy larga con el director. Después, Ang Lee dijo que armó la narrativa basándose en la música. Me acuerdo que él me eligió por recomendación de la music supervisor del proyecto, Kathy Nelson. Pasó todo muy seguido: hice “Amores perros” y Alejandro González Iñárritu me dijo que tenía un amigo que estaba haciendo una película sobre Ernesto Guevara, así que me presentó a Walter Salles. Después, cuando “Diarios de motocicleta” se presentó en Sundance, Kathy me dijo que tenía que conocer a Ang Lee, porque estaba preparando una película donde ella creía que mi música iría perfecto. Me mandaron el script y cuando a los dos meses fui a Nueva York para tocar en el Carnegie Hall, me dijeron que Ang me quería conocer, así que me tomé el subte con mi ronroco y cuando lo vio me pidió que lo tocara. Volví a Los Angeles, en tres semanas le mandé prácticamente toda la música y el productor me dijo “Nos vemos en los Oscar”. ¡Increíble!


Cuáles fueron los highlights en tu carrera que marcaron un antes y un después?
Todas, es decir cada etapa. Con Arco Iris empecé a los 13 años, o sea que marcó mi adolescencia y juventud. ¡Firmé contrato con RCA-Victor como artista y productor a los 16 años y mi primer álbum fue a los 18! Y si escuchás ese disco de tapa rosa, que ahora está reeditado en vinilo, ahí está todo. Es el blueprint de mi carrera, con las canciones, la música de películas y Bajofondo, que de hecho sampleó una parte de un tema.
Bajofondo fue simplemente decir “Quiero hacer un disco de tango electrónico”?
Al principio fue eso, y lo increíble es que nosotros no teníamos idea de la existencia de Gotan Project, que se genera al mismo tiempo. Cuando nos enteramos, fui a Europa para proponerles juntarlos y hacer una movida grande, pero el francés no quiso. Lo que pasó con Bajofondo es que empezó siendo casi un juego de productores, con Juan Campodónico y yo jugando en el estudio, pero luego se fue sumando gente, porque él trajo a Luciano Supervielle y yo a Javi Casalla. Y después Luciano trajo a Gabriel Casacuberta. La respuesta fue tan buena que la gente quería escuchar los temas en vivo, así que decidimos debutar en el Pasaje Carlos Gardel, en el Abasto, y en el término de tres meses se armó la banda que aún hoy sigue siendo la misma, diez años después. De a poco, la parte programada pasó a ser menor que la parte tocada en vivo, y hoy estamos en esto que ya no sabemos qué es, porque es una mezcla de tango, candombe, milonga y murga, y en vivo es como una banda de rock con soul, música clásica y electrónica y hip-hop. Es una música que representa al Río de la Plata de una manera contemporánea, así que convergen todos los géneros. ¡Tenemos un álbum nuevo que es psicodelia pura, con temas de 10 minutos! Mientras lo vamos terminando y se cierran algunas participaciones, seguimos desarrollando lo mío y salimos de gira, así que estaré en septiembre por Latinoamérica.
Para el que no está al tanto, ¿Qué es lo que estás presentando en vivo actualmente?
Por distintos motivos, me agarró una necesidad de parar y mirar atrás. Y eso que es muy difícil que yo me ponga a escuchar discos o películas que ya hice o películas, porque siempre estoy mirando hacia adelante. Y se me ocurrió hacer un repaso de mi vida a través de algo que me acompaña desde muy chico, que son las canciones. De alguna manera también era como una cuenta pendiente que tenía, porque sentía que mis canciones tenían un peso y calidad que no estaban reconocidas, seguramente porque nunca salí a tocar en vivo mis discos solistas y porque nunca armé un proyecto mío solista. ¡Así que lancé mi carrera solista a los 66 años! Y el resultado es fascinante porque en general la gente no conoce mi repertorio, salvo quizás “Mañanas campestres” o “Ando rodando”. No tengo 28 hits, pero la gente viene a ver a Gustavo Santaolalla, el que ganó los Oscars. Y así como son canciones nuevas para ellos, en un punto también lo son para mí, porque las redescubro al tocarlas en vivo. Incluso hay algunas canciones que nunca había tocado en vivo, así que tiene mucha frescura y no tiene nada de nostálgico. Se llama “Desandando el camino”, como si fuera desovillar algo.

Decías que algunas canciones viejas suenan modernas, ¿O es que todo vuelve?
Ambas cosas. También porque el tiempo no existe, algo de lo que estoy convencido y porque me interesó desde chico la espiritualidad. En la época de Arco Iris, de los 18 a los 24 años viví una vida monástica: no sex, no drugs, dormir 5 horas por día, gimnasia y ayunar una vez por semana. Luego seguí siempre mi búsqueda, obviamente tuve una etapa super lúdica donde recuperé todo el tiempo perdido (risas) y después llegué a un momento más de equilibrio. Y en esa búsqueda llegué a interesarme en la mecánica cuántica y el entendimiento de la vida a partir de una visión científica que se acerca mucho a la espiritualidad.
Cómo fue que terminaste en Los Angeles?
Vine por primera a Estados Unidos a los 10 años con mis padres, en un viaje inolvidable que me marcó para toda la vida porque también fuimos a Perú y porque fue en un cuatrimotor DC-4 que tardó 36 horas en llegar a Miami. ¡El rock and roll y los Incas en un viaje! Volví a los 15 años con un intercambio estudiantil a San Diego. Luego vine dos veces con Arco Iris, y me vine a vivir en 1978.

Qué otras cosas están haciendo ahora?
Para televisión estoy haciendo la música para las series “Narcos”, “Making a murderer” y “Jane the virgin”. También estoy con la gira en vivo, el nuevo disco de Bajofondo, el videojuego “The last of us” y el musical de “El laberinto del fauno”, que hice con Paul Williams y la idea es hacerlo primero en Londres y luego en Broadway. ¡Ah! Y voy a hacer un show orquestal en Hungría, donde vamos a hacer la suite de “Brokeback mountain”, una versión de una canción del primer álbum de Arco Iris y algunos temas de la película “The book of life”, que también hice con Paul Williams. Eso es básicamente todo, pero igual siempre estoy componiendo mis cosas y doy charlas. ¡No paro! Si paro pierdo el compás.
Qué consejo te hubiera gustado recibir cuando comenzaste?
Cuando me piden consejos para alguien que comienza, siempre digo tres cosas: la disciplina de trabajo, encontrar tu propia voz, y la constancia y mantenerte fiel en tu visión. Si hacés eso, algo pasa, sooner or later.
Por qué pensás que ahora cantás mejor?
Pienso que fui mejorando mi instrumento de cantar, aunque siempre me gusta hablar de los frutos de la inexperiencia y por eso me gusta trabajar con gente joven que toma caminos que nunca tomaría alguien con experiencia. De todas formas, igual hay que darle el lugar que merece a la experiencia 66 años vividos intensamente hacen que me plante frente a una canción de una manera distinta a cuando tenía 30. Lo interesante es que los paradigmas que están en las canciones son los mismos, y tienen que ver con quiénes somos, por qué estamos acá y todas esas cosas de la vida, la muerte y el amor. No es que canto cosas que no tienen que ver conmigo ahora.
El secreto de tu éxito es no parar?
Puede ser. Porque la vida es no parar.


Foto+Texto:
Tuti Gianakis

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *