Esta frase de la filósofa y ensayista Agnes Heller le queda perfecto a la obra de Lucía Maman. En “Alteraciones”, su muestra debut en AMIA, toma las lecciones de Francis Bacon y Lucian Freud para su propio cosmos de texturas y personas vivas. Javier Iturrioz, nuestro art expert, escribe al respecto.
El “expresionismo” es potenciar el impacto emocional del espectador a través del colorido y las formas retorcidas o la composición agresiva. Es una corriente artística que busca la expresión de los sentimientos y emociones del autor más que la representación de la realidad objetiva. A veces revela el lado pesimista de la vida, y la angustia existencial es el principal motor de su estética. Por eso muchas veces representan una escena dramática o una tragedia interior.
Francis Bacon tuvo un estilo expresionista basado en un simbolismo de terror y rabia, donde se manifestaba la crueldad y la violencia que rodeaba su vida; él configuraba o desfiguraba la materialidad de la carne. Lucian Freud retrató personas y amistades cercanas a su vida. El decía “Pinto gente no por lo que quieren ser, sino por lo que son”.
Esta exposición de Lucía Maman me transmite una intensa emoción en una sola embestida. Cada rostro experimenta un cambio en la expresión. Ellas, jóvenes veinteañeras como la pintora, gesticulan ante la cámara de nuestros ojos como si fuéramos un espejo.En esta galería desprejuiciada de múltiples alteraciones también participan niños que padecen, que nos obligan a mirar, sentir y a reflexionar sobre nuestra propia subjetividad. Hoy estamos acostumbrados al bombardeo perceptivo de imágenes visuales que el ojo-mente ya no puede asimilar. Internet es un mundo virtual que destaca más que ningún otro medio la experiencia de una comunicación que aísla al individuo y lo mantiene ajeno a la realidad de lo cotidiano. Y en Internet uno puede des-personalizarse o cambiar la identidad. Es fácil perder “el aura”. Lo más interesante en estos retratos es que son imágenes de jóvenes que se auto-fotografiaron y subieron su imagen vía Internet. La artista seleccionó y levantó las mismas, es decir tomó la reproducción virtual de una fotografía que es autorretrato y la pintó. En ese proceso de conversión se puede advertir lo que Lucía Maman les ha otorgado. Agazapadas detrás del rostro, miradas inquisitivas obligan a mirarnos detrás del maquillaje de nuestra propia representación.
Francis Bacon tuvo un estilo expresionista basado en un simbolismo de terror y rabia, donde se manifestaba la crueldad y la violencia que rodeaba su vida; él configuraba o desfiguraba la materialidad de la carne. Lucian Freud retrató personas y amistades cercanas a su vida. El decía “Pinto gente no por lo que quieren ser, sino por lo que son”.
Esta exposición de Lucía Maman me transmite una intensa emoción en una sola embestida. Cada rostro experimenta un cambio en la expresión. Ellas, jóvenes veinteañeras como la pintora, gesticulan ante la cámara de nuestros ojos como si fuéramos un espejo.En esta galería desprejuiciada de múltiples alteraciones también participan niños que padecen, que nos obligan a mirar, sentir y a reflexionar sobre nuestra propia subjetividad. Hoy estamos acostumbrados al bombardeo perceptivo de imágenes visuales que el ojo-mente ya no puede asimilar. Internet es un mundo virtual que destaca más que ningún otro medio la experiencia de una comunicación que aísla al individuo y lo mantiene ajeno a la realidad de lo cotidiano. Y en Internet uno puede des-personalizarse o cambiar la identidad. Es fácil perder “el aura”. Lo más interesante en estos retratos es que son imágenes de jóvenes que se auto-fotografiaron y subieron su imagen vía Internet. La artista seleccionó y levantó las mismas, es decir tomó la reproducción virtual de una fotografía que es autorretrato y la pintó. En ese proceso de conversión se puede advertir lo que Lucía Maman les ha otorgado. Agazapadas detrás del rostro, miradas inquisitivas obligan a mirarnos detrás del maquillaje de nuestra propia representación.
TEXTO: Javier Iturrioz