CHANEL N°5 L’EAU #NewChanels

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EL ESPÍRITU DE UNA ÉPOCA

Con su nombre emblemático, revolucionó el universo de la perfumería en una nueva era. De repente el perfume se permitió, combinar joyería y bisutería, el punto y las pieles, las flores y los aldehídos.

Indescriptible y eternamente enigmático, N°5 no es un perfume. Es un patrimonio olfativo: una idea concreta de la feminidad, una oda a la elegancia, transmitida de generación en generación.

Pero, sobre todo, es la firma olfativa de la modernidad pura. Como una casa del estilo Bauhaus, pertenece a su época pero, al mismo tiempo, evoca nuevos tiempos.

Fragancia fundadora de la escritura olfativa de CHANEL, N°5 jamás ha dejado de alimentar la inspiración de los perfumistas de la Maison. Todos se han esforzado en proteger su fórmula, dominar su mecánica, garantizar el suministro de las materias más excepcionales y comprender su carácter revolucionario. Sin traicionar nunca su fuerza cromosómica, se han sometido al mismo ejercicio de estilo: adaptar N°5 a su época.

En 1924, tan solo tres años después de la creación de L’Extrait, Ernest Beaux crea la versión Eau de Toilette. En 1986, Jacques Polge crea el Eau de Parfum. Definitivamente N°5, pero totalmente renovado. Veintidós años después, se atreve a aportar un nuevo espíritu a su fórmula con Eau Première.

Ahora, en 2016, es el turno del perfumista Olivier Polge de capturar la esencia de su época para crear N°5 L’EAU. Un perfume de aquí, de ahora, de siempre.

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DINÁMICA DE LA SIMPLIFICACIÓN

Tan solo las grandes obras se pueden someter a un ejercicio de estilo. Con L’EAU, N°5 demuestra una vez más hasta qué punto su arquitectura es impecable. Inspiradora. Perfecta.

Pero, ¿cómo apropiarse de un perfume icónico ¿Cómo atreverse a modificar una fragancia que desprende los aromas de una infancia, que se reconoce entre mil?

Con la sutileza de un orfebre, Olivier Polge se ha propuesto crear un nuevo equilibrio, un frescor ideal. Como un relojero que abre la caja de un reloj con complicaciones, ha diseccionado la fórmula original y se ha apropiado de cada una de las materias para comprender el papel que desempeñan realmente.

Privilegiar los aldehídos con perfume de cáscara de naranja y renunciar a los más metálicos. Aumentar la vibración de los cítricos y desempolvar el fondo. Revitalizar las maderas y aportar al ylang-ylang un toque de verdor. Poner el jazmín en suspensión y disminuir la vainilla. Respetando su historia y mirando hacia el futuro, Olivier Polge ha reinventado N°5 por completo.

GEOMETRÍA DEL PÉTALO

Desde el principio, N°5 L’EAU asume su serenidad y su transparencia. Sin duda menos abstracta que sus predecesoras, la composición baña los cítricos de luz, como la miel bajo los rayos del sol. Sobre la piel, reconocemos el limón, la mandarina y la naranja, realzados por los aldehídos seleccionados por Olivier Polge.

Después, en una segunda exhalación, comenzamos a percibir la abundancia de flores. Como el murmullo de un tul contorsionado. La rosa se entremezcla con el jazmín oxigenado y con una nueva faceta de ylang-ylang, más moderna que nunca. Nos sumergimos entonces en el ramillete floral. Un vértigo exquisito nos permite rozar cada pétalo, sentir su tacto aterciopelado, su piel, su encaje delicado, su geometría variable.

Y, detrás de este torbellino floral, se esconde una vibración, una vitalidad inédita. Se trata de las reminiscencias del vetiver y el cedro, acompañadas de notas almizcladas y algodonosas. N°5 nunca había sido tan natural. Nunca había sido tan fresco.

ODA A LA SENCILLEZ

N°5 L’EAU no es un “eau de cologne”. Tampoco es la versión diluida de un perfume original porque, en CHANEL, cada variación es una creación olfativa en sí misma. N°5 L’EAU es el N°5 de hoy. Una composición que pone la modernidad por bandera, que convierte el frescor en su leitmotiv. L’EAU, para expresar lo esencial. L’EAU, como oda a la sencillez. L’EAU, como manifiesto.

PUREZA ANATÓMICA

En su estuche de cartón, en relieve, percibimos su silueta emblemática. Un cuerpo de cristal biselado cuyos contornos nos evoca no solo la Maison, sino también la perfumería moderna. El frasco deja su huella sobre el papel, juega a entremezclar luces y sombras para dejarse intuir con facilidad. No hace falta ningún indicio para percibir su presencia. Tan solo una etiqueta indica su nombre.

En el interior, un segundo estuche protege el frasco de cristal, como el forro de seda de un abrigo lujoso. Grabado con su cifra legendaria, el estuche blanco se enmarca en negro, haciéndose eco de la historia de la Maison CHANEL, así como de la potencia atemporal de su grafismo.

Por último, el frasco aparece rodeado de una transparencia cristalina. Como si de agua pura se tratase. Ningún elemento del tapón, ningún mecanismo, ninguna esencia perturba esta imagen nítida. De nuevo, se impone la sencillez. Un minimalismo que no esconde ningún recurso estilístico. Tan solo una forma de elegancia suprema que deja volar la imaginación de aquella mujer que elija este perfume para su piel.

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