Con dos instalaciones -una en la pared, otra en una mesa- y una escultura en el piso, Celina Saubidet transforma en visible lo invisible. Con materiales nobles, irresistibles al tacto, suaves y con brillo, cristaliza la fragilidad. Utiliza la fuerza, el riesgo y la experimentación, para que la transparencia se perciba, se dibuje.
Su taller es un espacio sin tiempo. Que el barro se transforme en oro, que lo blando se vuelva un acorazado indestructible. Su tarea, un eterno presente sin rumbo pautado, donde la intuición la lleva a mezclar la diversidad de sus intereses como un coleccionista de curiosidades. Observa el mundo, a veces como un relojero que mira con lupa los minúsculos detalles abstraídos de la realidad que lo circundan. Otras como un astrónomo que estudia el cosmos. También tiene viajes biológicos diseccionando cuerpos, el propio o el de una anémona del fondo del mar. Células, órganos, frutos maduros. Cuando trabaja entra en un trance profundo con el cual logra exorcisar la tristeza. En sus artworks, una serie de esferas de arcilla son accidentadas de diversas formas. Ese impacto queda petrificado. Luego son horneadas y esmaltadas para finalmente disponerla sobre una mesa de 3.50 mts de largo por 0.80 mt de ancho por 0.60 mt de altura. La esfera perfecta se rompe como un fruto maduro que cae del árbol. El instante del impacto queda cristalizado. El accidente rompe la perfección del círculo y devela su identidad. Esa célula cumple su ciclo y libera su interior, sus semillas, su trascendencia.
Frutos Maduros x Celina Saubidet
Frutos Maduros x Celina Saubidet
Frutos Maduros x Celina Saubidet
Frutos Maduros x Celina Saubidet
Frutos Maduros x Celina Saubidet
Celina Saubidet