El artista Jorge Miño presento en el CCK su muestra llamada Geometrías Derivadas. En un mundo en donde la arquitectura condiciona muchos aspectos de la vida, el elemento artificial evidencia todas las paradojas de una sociedad que busca conciliar el mito del progreso con la naturaleza. Pero en el momento en que se crea un lugar y se crea un proyecto, la utopia se convierte en realidad. Una realidad que es al mismo tiempo presente y futuro, en donde el arte conecta todos los ámbitos de la vida social.
En este contexto, Jorge Miño, gran observador de las arquitecturas, explota contenido, forma y consistencia de los volúmenes que observa con una mirada aguda y manipulando las luces con esa mirada. Su visión, concentrada principalmente en la arquitectura de los espacios, se interesa más en los vacíos que en las materialidades, huyendo de la presencia para refugiarse en la soledad de la mirada. Declarando con sus obras que los ambientes no se corresponden ni con los objetos o las estructuras que los componen, ni menos todavía a su dislocación y composición en el espacio, sino más bien a su variación arquitectónica en la estructura. Una estructura entendida como aquello que contiene y al mismo tiempo como contenido.
El rigor geométrico, la articulación de los volúmenes y el juego de las luces y sombras valen según lo que la imagen logra transportar desde la percepción al sentimiento. Pero, a diferencia de lo que sucede en la actividad onírica, el vértigo provocado por las formas laberínticas, por los engaños prospectivos, por la multiplicación y la acumulación de figuras, aquí está dominada por el control preciso y vigilante del pensamiento del artífice que construye un mundo geométrico cuyas medidas son el resultado de una “multiplicidad de cálculos que se saben exactos y que conducen a proporciones que saben erróneas” (Marguerite Yourcenar. Piranesi, Las cárceles).
Jorge Miño se sirve de conceptos codificados, pero los enriquece con un sentido metafórico, estableciendo analogías entre lo material y lo inmaterial, entre cuerpos geométricos regulares y sentidos humanos, en una alternancia que evoca la respiración humana en aquello que él llama “carácter”.
La regularidad, entendida como belleza de las formas, la simetría como su organización ordenada y la variedad como un modo distinto de aparecer determinan la proporción en cuanto valor primario de la arquitectura, producto de la naturaleza y la armonía de los espacios perfectos: sus imaginaciones de la ciudad a través de cortes y morfologías de alto impacto visual, que muestran la necesidad de experimentar también la cultura de la arquitectura urbana desde una aproximación visionaria que puede comprender una miríada de reenvíos histórico-artísticos (desde Piranesi a las vanguardias) y nuevas geometrías derivadas de las modalidades narrativas y representativas que traen las nuevas tecnologías.