La aclamada actriz teatral argentina Maricel Alvarez nos revela su lado más íntimo. Y, en exclusiva, nos cuenta que significó ser la contrafigura de Javier Bardem y caminar por la alfombra roja.
Qué profesión pones en los papeles de migraciones cuando viajas?
La que profeso y ejerzo desde hace ya más de 15 años, actriz.
Qué te hubiese gustado saber de tu profesión antes de comenzar a trabajar como artista?
Que se trataba de una profesión inestable y escurridiza ya lo sabía. Lo que no imaginaba (y no sé si es necesario saberlo de antemano, en todo caso no resuelve el dilema ni arruina la aventura) es que es una profesión insondable, misteriosa. A mí este oficio se me presenta como un verdadero interrogante de todas las posibles capas de mi existencia: las más superficiales y las más profundas o, si se quiere, trascendentales. Sin dudas, el tránsito, la permanencia, la perseverancia hacen que uno tenga este tipo de reflexiones… Tenerlas sin haber vivido la experiencia sería imposible.
Qué momento situarías como culminante en tu carrera artística? Por qué?
En 2005 protagonicé Bambiland, obra de la Nobel de literatura Elfriede Jelinek que puede ser leída como un alegato a la vez picante y avinagrado contra la guerra en Irak o, más bien, contra la forma en que los medios masivos de comunicación cumplen su función de malos padres: manipulando a sus hijos/televidentes al punto de hacerles perder la noción de lo que es y de lo que parece ser. Casi 2 horas de espectáculo que sostenía yo sola en escena. Un auténtico Tour de Force interpretativo.
Qué significó Biutiful en tu carrera? En tu vida?
Significó, ante todo, la posibilidad de interpretar un personaje complejo, muy rico por sus claroscuros, por su naturaleza contradictoria, por su descarnada coyuntura, fruto de la patología que padece. Significó, además, el ejercicio de medirme con uno de los colegas más talentosos del cine actual, un actor de la talla de Javier Bardem. Y por último, supuso un gran desafío en términos de aprendizaje y adaptación a un lenguaje y a una manera de trabajar que no habían sido, hasta entonces, las habituales para mí. Por todo esto, le estaré siempre agradecida a Alejandro González Iñárritu, pues gracias a la osadía que demostró tener al elegir una actriz de amplia trayectoria teatral, pero escaso tránsito por los sets internacionales, tuve la oportunidad de que mi trabajo cobrara un tipo de visibilidad que todos mis años de teatro no me habían dado.
Destino favorito?
Hace un par de años visité Vietnam y pasé unos días maravillosos en la isla de Phu Quoc (disputada entre Vietnam y Camboya) en el Golfo de Tailandia. El paisaje era de una belleza tal que atravesó la retina de mis ojos para quedar por siempre en mi recuerdo. Un lugar que en breve, dejará de ser el paraíso en la tierra que es para convertirse en un gran “resort”, esos parques temáticos del ocio que fascinan a los turistas y destruyen las expectativas de los que nos sentimos más viajeros.
Una palabra que amas?
Hoy amo la palabra “Gineceo”, que forma parte del título del espectáculo teatral que estoy protagonizando en el Rojas (“Hécuba o el Gineceo canino”). El gineceo es la parte femenina de las flores pero también era el nombre con el que en la antigua Grecia se llamaba a las estancias o habitaciones para uso exclusivo de las mujeres en las casas o palacios.
La que profeso y ejerzo desde hace ya más de 15 años, actriz.
Qué te hubiese gustado saber de tu profesión antes de comenzar a trabajar como artista?
Que se trataba de una profesión inestable y escurridiza ya lo sabía. Lo que no imaginaba (y no sé si es necesario saberlo de antemano, en todo caso no resuelve el dilema ni arruina la aventura) es que es una profesión insondable, misteriosa. A mí este oficio se me presenta como un verdadero interrogante de todas las posibles capas de mi existencia: las más superficiales y las más profundas o, si se quiere, trascendentales. Sin dudas, el tránsito, la permanencia, la perseverancia hacen que uno tenga este tipo de reflexiones… Tenerlas sin haber vivido la experiencia sería imposible.
Qué momento situarías como culminante en tu carrera artística? Por qué?
En 2005 protagonicé Bambiland, obra de la Nobel de literatura Elfriede Jelinek que puede ser leída como un alegato a la vez picante y avinagrado contra la guerra en Irak o, más bien, contra la forma en que los medios masivos de comunicación cumplen su función de malos padres: manipulando a sus hijos/televidentes al punto de hacerles perder la noción de lo que es y de lo que parece ser. Casi 2 horas de espectáculo que sostenía yo sola en escena. Un auténtico Tour de Force interpretativo.
Qué significó Biutiful en tu carrera? En tu vida?
Significó, ante todo, la posibilidad de interpretar un personaje complejo, muy rico por sus claroscuros, por su naturaleza contradictoria, por su descarnada coyuntura, fruto de la patología que padece. Significó, además, el ejercicio de medirme con uno de los colegas más talentosos del cine actual, un actor de la talla de Javier Bardem. Y por último, supuso un gran desafío en términos de aprendizaje y adaptación a un lenguaje y a una manera de trabajar que no habían sido, hasta entonces, las habituales para mí. Por todo esto, le estaré siempre agradecida a Alejandro González Iñárritu, pues gracias a la osadía que demostró tener al elegir una actriz de amplia trayectoria teatral, pero escaso tránsito por los sets internacionales, tuve la oportunidad de que mi trabajo cobrara un tipo de visibilidad que todos mis años de teatro no me habían dado.
Destino favorito?
Hace un par de años visité Vietnam y pasé unos días maravillosos en la isla de Phu Quoc (disputada entre Vietnam y Camboya) en el Golfo de Tailandia. El paisaje era de una belleza tal que atravesó la retina de mis ojos para quedar por siempre en mi recuerdo. Un lugar que en breve, dejará de ser el paraíso en la tierra que es para convertirse en un gran “resort”, esos parques temáticos del ocio que fascinan a los turistas y destruyen las expectativas de los que nos sentimos más viajeros.
Una palabra que amas?
Hoy amo la palabra “Gineceo”, que forma parte del título del espectáculo teatral que estoy protagonizando en el Rojas (“Hécuba o el Gineceo canino”). El gineceo es la parte femenina de las flores pero también era el nombre con el que en la antigua Grecia se llamaba a las estancias o habitaciones para uso exclusivo de las mujeres en las casas o palacios.
FOTOS: Ale Burset
ESTILISMO: Milva Russo/ Zamira Paladini
MAKE UP: Sofía Orsay para Lite
PELO: Vanesa Geiser para Rebel