Si hay una zona exótica para hacer una buena travesía en moto, el Norte de Tailandia se lleva todos los premios. Parte del famoso Triángulo de Oro -sumando el Sur de Laos y Myanmar-, toda la región alrededor de Chiang Mai es un paraíso rider.
Allí se corrió una nueva edición del BMW GS Trophy, la competencia en moto para usuarios no profesionales, más importante del mundo. Diecinueve equipos, representando a veinticinco países, recorrieron 1300 kilómetros de selva y montaña por caminos polvorientos para completar diez días de travesía, sudor y lágrimas.
Integré el team argentino junto a Gastón Quiroga, Lucas Arri y Patricio R. Mac Laughlin, ya que cada equipo debía llevar un periodista. Tailandia es mucho más un destino raro. Su cultura amigable hace que uno se sienta bienvenido todo el tiempo.
La gente es extremadamente religiosa -el 97% de los tailandeses son budistas- pero no hacen de eso un fanatismo cerrado. Todo lo contrario: sus templos son bellísimas construcciones hechas para admirar, no importa nuestra creencia. En ese contexto de monjes y parroquianos, un centenar de BMW R1200GS cruzaron ríos y barrancos para decidir quién se llevaba los laureles. Esta vez le tocó ganar a Sudáfrica, pero en realidad el mayor premio para todos nosotros fue el haber participado. No es una carrera, es una competencia donde la garra, pero también la lealtad y el ingenio, tienen que sobresalir. Una etapa por día, con tres pruebas fiscalizadas por un marshall.
Todos divididos en grupos de dos países. Muchas pruebas requieren habilidad extrema, pero otras son una especie de trivia. Mirando el tipo de vegetación, ¿a qué altura exacta estamos sobre el nivel del mar en este momento? Eso nos preguntaron después de cinco horas de subir y bajar cerros perdidos en medio de la jungla con 35 grados de temperatura. ¡Una verdadera Carrera de Dementes!
FOTO+TEXTO: Henry von Wartenberg