Con dos instalaciones -una en la pared, otra en una mesa- y una escultura en el piso, Celina Saubidet transforma en visible lo invisible. Con materiales nobles, irresistibles al tacto, suaves y con brillo, cristaliza la fragilidad. Utiliza la fuerza, el riesgo y la experimentación, para que la transparencia se perciba, se dibuje.